Y en 2007 murió el DRM
Lo sucedido con el mundo de la música debería de servir de referente a lo que puede acontecer con los ebooks... pues eso sentido común.
Lo dijimos a principios del año pasado: el año 2007 sería el del fin del DRM en la industria musical. Y como si de profecía se tratase, ha sido precisamente en los ultimos días del año cuando se ha anunciado que la última de las cuatro grandes discográficas, Sony BMG, abandona tan infausta y absurda tecnología para intentar luchar contra Apple en la carrera de los nuevos sistemas de distribución de la música, ya no basados en obsoletos pedazos de plástico, sino ni más ni menos que en esas descargas de la red que algunos siguen insistiendo en demonizar.
El paso de Sony BMG sigue al de las otras tres grandes discográficas: EMI lo hizo el pasado 2 de Abril de 2007, Vivendi siguió poco después, y Warner lo anunció a finales de Diciembre. En todos los casos, las grandes discográficas que despotricaban contra la distribución digital e intentaban protegerse inútilmente con sistemas que provocaban incomodidades en los usuarios o incluso amenazaban la seguridad de sus ordenadores, han ido entrando en actitudes más lógicas, más acordes con los tiempos, y más centradas en ser capaces de aprender de nuevo acerca de su propia industria. Hoy en día, resulta ya completamente habitual ver, en la salida al mercado de un disco determinado, cómo la propia discográfica lanza páginas web en las que aparece muchísima información acerca del disco, incluyendo en muchos casos los vídeos musicales o algunas canciones para su descarga gratuita. Y es en este entorno de progresiva entrada en Internet, sin duda el mejor recurso de todos los tiempos para la creación musical, en el que algunos fósiles de tiempos pasados insisten en que hay que compensar a los artistas por la existencia de la red, o que los usuarios son ladrones o piratas, o que lanzan admoniciones con aire de santón bíblico anunciando la venida de tecnologías inviolables que harán que nos descubran a todos y que harán que nos nazca pelo en la palma de la mano con la que sujetamos el ratón.
Adiós, DRM. No te echaremos de menos. A ver ahora lo que tarda en desarrollarse en algunos el sentido común.
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