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LIBROS & TECNOLOGÍA

Literatura sin papel

Literatura sin papel

Interesante y amplio reportaje vía: El País

WINSTON MANRIQUE SABOGAL 15/03/2008

Novelas cibernéticas, comunidades culturales en internet, librerías y bibliotecas virtuales, autores online, marketing en la red, información en las wikis y soportes electrónicos de lectura muestran el comienzo de una revolución digital. El ciberespacio y las tecnologías emergentes aceleran la transformación hacia una nueva era cultural.

Este es un atisbo al porvenir de pasado mañana. Como si Jorge Luis Borges tuviera razón y el futuro viniera al encuentro del presente.

Imperturbables ante la algarabía matinal, Lucía y Friedrich parecen estatuas vivas sobre la hierba de un parque de Atenas. Están sentados espalda con espalda, con un ciberlibro abierto entre las manos cada uno. Es como sostener sólo las portadas de un libro en el que van pasando páginas virtuales. Él lee una novela y ella corrige su exposición para defender a un cliente. De repente, él dice que le apetece leer otra cosa y toca con el índice uno de los iconos de la página izquierda, tras lo cual aparece un catálogo de novelas. Las mira, y toca la portada del último título de Fred Vargas, que al instante despliega sus primeras páginas. Empieza a leer, pasa página y se sorprende de una palabra, la toca y de ella surge un rótulo con su definición y referencias y enlaces relevantes. A su espalda, ella, con un bolígrafo en la mano, tacha y añade apuntes sobre el texto. Minutos después: "Ya está. Lo voy a enviar". Así es que toca otro icono y desaparece el texto. Entonces gira el ciberlibro que se convierte en un ordenador portátil. Escribe un e-mail, adjunta el texto corregido y lo envía a su bufete de abogados. Pone el ciberlibro de nuevo verticalmente y toca el icono de los periódicos para echarles una ojeada, hasta que pregunta: "¿Nos vamos?". Él responde cerrando su lectura. Se levantan y él abre de nuevo el ciberlibro donde, ahora, aparece una guía de viajes de Atenas. Buscan el parque donde están y seleccionan una ruta visual con GPS, y pasean mientras siguen sus instrucciones y escuchan la información de los sitios de interés por donde pasan hasta perderse por las calles atenienses...

Eso se vería en un asomo a un tiempo borgeano que fluye hacia este presente que vive una transformación derivada del ciberespacio. "Estamos en el comienzo de una revolución de cambio comparable a la invención de la imprenta de Gutenberg en 1440 y al largo proceso de la Revolución Industrial hace 200 años", afirma Rosental Calmon Alves, catedrático de la Universidad de Austin en Tejas, Estados Unidos, periodista brasileño y uno de los expertos y pioneros de periódicos en internet. Una revolución digital con una decisiva influencia en el mundo del libro porque, advierte Calmon Alves, se trata de una gran ruptura de los modelos de creación, promoción, venta y lectura donde no hay fronteras y todo está por ver y descubrir. ¡Conquistar!

Un salto hacia el futuro que ya se ve en las búsquedas de un lenguaje más acorde a las tecnologías emergentes, en una literatura que explora nuevas formas de escribir y narrar, en la redefinición de la industria editorial, en las transformaciones del soporte del libro digital y en la evolución de hábitos de los lectores.

Es el big bang del ciberlibro.

Porque aunque internet cumplirá en 2009 cuatro décadas, éstos son los primeros y trascendentales destellos de los cambios que se avecinan en las prácticas sociales, profesionales y culturales, dice José Antonio Millán, filólogo, escritor, experto en la red y bloguero de El futuro del libro. Un proceso imparable de magia tecnológica con más de 1.200 millones de usuarios de internet que lleva a los adultos a cambiar de chip para, poco a poco, adaptarse a una época que empieza a poblarse de generaciones que tienen en la red su espacio casi natural.

Como esa futurista pareja que pasea por Atenas con un ciberlibro en el cual convergerían servicios hoy dispersos, como internet, telefonía, reproductor de música o GPS. Una cosa los une: el ciberespacio e internet donde todo lo que él contiene y de él sale y hacia él va gana fuerza y popularidad. Así es que los predecesores de ese ciberlibro platónico, a punto de abandonar la caverna de las ideas, tienen nombres que se prestan tanto a un juego como a un trabalenguas: Bookeen Cybook, Kindle, Reader, Keitai Shousetsu, Starebook STK-101 o Hanlin ebook. Y otros cuantos prometidos para este año. Las empresas saben que parte de su éxito estará en no traicionar al libro como artefacto casi perfecto en forma y contenido.

Siguen la ruta de la música. Buscan ser el iPod de los libros. Por ahora.

"Estos avances no son una amenaza para el libro. Es una forma distinta de hacerlos. Una oportunidad de crecer que obliga a modificar el negocio", asegura Antonio María Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). "La red ya es parte de la vida y debemos sacarle el mejor provecho para avanzar", reconoce Ángeles Aguilera, directora de Comunicación y Marketing de Santillana y una de las responsables del viaje de este grupo editorial al ciberespacio.

Es un periodo de transición donde la literatura roza la idea babélica de su biblioteca ideal. Y más allá. No sólo es el acceso casi infinito a los libros y a la información, sino también a las posibilidades de su propia creación como instrumento del saber, del arte y del entretenimiento. De tener claro que más que conocer la información lo que importa es saber dónde hacer clic para encontrarla, bajo la trinidad de creer, arriesgar e interactuar.

La reinvención del escritor

Dos dimensiones paralelas y convergentes que se retroalimentan conviven hoy en el mundo del libro: lo tradicional y lo digital. "Más que la concepción de libro, lo que ha cambiado internet es la concepción de arte o de expresión artística", aclara Jaime Alejandro Rodríguez, escritor de hipernovelas y profesor de literatura de la Universidad Javeriana de Colombia. Y recuerda que esto ha traído nuevos soportes para la expresión: "Los e-books (versiones digitales de libros), los hipertextos, los hipermedias, que posibilitan nuevas formas de expresión donde, por un lado, la palabra se hace relativa frente al poder de otros medios, frente al poder del multimedia, y por el otro, se entrega el poder al lector gracias a la ampliación de la interactividad".

Una vez en el ciberespacio, la creación literaria ha inaugurado dos eras: la del creador novato y la del lector interactivo. La primera tiene que ver con el hecho de que una de las ventajas de la democracia abierta de internet es que permite a cualquier persona exponer, o colgar, allí sus ideas y trabajos. ¿El resultado? Una fiebre de autorías amparadas en la protección de la anonimia de la red. Es la parte más popular de este big bang que incentiva la creación literaria en múltiples versiones.

Es el ciberedén de la literatura.

Y a él acuden toda clase de autores. Desde los que ponen en la red su novela en e-book, como hizo Stephen King en el año 2000 con Riding Bullet, hasta aquellos que buscan la multiautoría con los cibernautas. Uno de los pioneros fue John Updike cuando en 1997 escribió en la red el comienzo de Murder makes the magazine, que continuaron los internautas con la condición de que él mismo escribiría el final un mes después. Una variante de la multiautoría es la del escritor que empieza a escribir en la red y los cibernautas le sugieren por dónde y cómo debe continuar. En España, uno de los primeros en explorar este campo fue Lorenzo Silva, cuando en 2001, y durante diez semanas, escribió La isla del fin de la suerte. Una de las nuevas puertas la abrió Paulo Coelho cuando colgó en la red la cuarta parte de su novela La bruja de Portobelo, dos meses antes de su publicación, abrió un blog y un foro con los lectores. Una iniciativa con la que un autor podría cambiar la obra, según los comentarios de los lectores.

Pero todo esto son recursos demasiado terrenales para las verdaderas posibilidades que ofrece la red al permitir adentrarse en el ADN de sus circuitos. Ahí están las novelas electrónicas que utilizan el hipertexto, el vídeo y el audio. El colombiano Jaime Alejandro Rodríguez ha contribuido a despejar ese camino con su hipernovela Gabriela infinita, una obra metamórfica que primero fue libro, luego hipertexto y finalmente hipermedia. Después conquistó nuevos predios ciberliterarios con Golpe de gracia, con la cual obtuvo el año pasado el I Premio UCM/Microsoft a Literatura en español del texto hipermedia. Una obra donde el lector interactúa en un juego literario multimedia (www.javeriana.edu.co/golpedegracia/).

Más populares son los formatos del blog y videoblog. Penúltimo hallazgo y legado de estas rutas divergentes forjada por los cibernautas. Apenas sobrepasa la década de su nacimiento y ya hay 27 millones de blogs, una insospechada cifra de seguidores-lectores y un incalculable número de blognovelas y bloglibros para los que ya se ha creado un premio literario, si pasan al formato libro: el Blooker. La primera edición la inauguró en 2007 el soldado estadounidense Colby Buzzell, que contó online sus vivencias en la guerra de Irak desde una tienda de campaña. La experiencia del blog fue recogida en el libro My war. Killing time in Irak (Mi guerra. Matando el tiempo en Irak). Un hecho que agita el debate sobre si los blogs son un nuevo género literario. En esta convivencia y ajuste de eras, las galeradas originales de los libros empiezan a ser reliquias. Los autores envían sus obras en formato digital o PDF a agentes y editores, que los leen en su ordenador o en un soporte de lectura digital portátil. Una de ellas es la agente Mónica Martín, que ha reconocido que algunos autores sólo le entregan los manuscritos como un gesto simbólico. Blanca Rosa Roca, de Roca Editorial, cree que los lectores digitales son "un buen medio para leer manuscritos, se pueden cargar muchos y se ahorra papel e impresión". Y cuenta que Hachette ya ha entregado a sus editores los Sony Reader. Además, las editoriales ya tienen en sus webs un apartado donde los escritores pueden enviar sus propuestas literarias.

La redefinición del mundo editorial

La industria editorial parece la más dudosa frente a esta transformación del libro. "La gente está acostumbrada al libro de toda la vida", es una de las frases que más se escucha. Una frase hecha que no tiene en cuenta a las nuevas generaciones, más familiarizadas con tecnologías emergentes.

"Los libros son más que la literatura. El gran comercio está en los ejemplares de texto o de profesionales", aclara Antonio María Ávila. Recuerda que la literatura representa sólo el 30% del mercado editorial y que el sector jurídico es uno de los pioneros en ediciones y ventas digitales, "porque sus profesionales necesitan estar al día continuamente". Y da un dato: entre el 60% y el 70% de los títulos que se venden en España de ese sector son e-books. Para que esta expansión llegue a otros géneros, asegura, primero hay que solucionar problemas como los derechos de autor o colocar códigos de seguridad para evitar descargas ilegales. "Hoy por hoy la gente no los demanda".

Aunque la realidad empieza a mostrar otro panorama. El 80% de los lectores españoles tiene ordenador en casa y el 65% usa internet; y de ellos, el 19% descarga literatura, sobre todo los menores de 24 años y los mayores de 65, revela el informe de la FGEE.

Es el atajo hacia un futuro donde agentes y editores redefinen sus papeles. La venta de títulos por internet crece en el mundo, y aunque en España sólo representa el 1% del total de la facturación, entre los usuarios de la red ya es del 11,1%. Librerías virtuales pioneras como Amazon.com, que en 1995 empezó a vender e-books, o editoriales como Random House y HarperCollins en 2002 y, más recientemente, Google Books, que tienen la misma estrategia, han crecido. Un sistema que ha revitalizado el comercio del libro antiguo y está acabando con el almacenamiento tradicional.

Una salida que han encontrado varias editoriales de todo el mundo es unirse en el proyecto ReadonTime para abordar el comercio del libro electrónico sobre demanda (POD, Print on Demand). Los asociados depositan ahí sus contenidos para que el título solicitado llegue al cliente en un plazo máximo de cinco días, utilizando la planta de impresión más próxima del comprador. Lo que, según José Antonio Millán, suscita interrogantes como el papel de las librerías. "¿Qué cambiaría en un panorama con ReadonTime a pleno funcionamiento?", se pregunta, y él mismo se responde: "Que parte de la irracionalidad de un sistema que mueve libros para no venderlos podría desaparecer. Sobre todo cuando en España uno de cada tres ejemplares es devuelto a los editores". Por eso sugiere que las librerías se conviertan en punto de petición/recogida de libros impresos sobre demanda.

Desafíos y amenazas que no se quedan ahí y siguen emboscando.

Hay nuevas editoriales que permiten a los autores editar y vender sus propios libros con más ganancias. Una de las pioneras es Lulu.com, cuyo eslogan es: "El ingrediente secreto de Lulu.com es que damos al autor el 80% de los beneficios". O que facilitan la autoedición, www.ciberautores.com.

Toma fuerza la creación de títulos personalizados. El TasteBook, por ejemplo, es una web que ofrece a cada usuario la posibilidad de crear su propio libro de recetas, un primer paso para otra clase de temas.

Avanzan las máquinas de hacer libros como la Espresso, que puede imprimir dos ejemplares cada siete minutos, de hasta 500 páginas y en varios idiomas.

Sin contar con la posibilidad de imprimir cada uno en casa una vez se solucionen asuntos jurídicos y códigos de seguridad. El director de la FGEE aboga por una legislación de escala mundial para asuntos como los derechos de autor.

Pero el principal temor para editores, distribuidores y libreros, aunque sea el mejor regalo para los lectores, es hallar el dispositivo de lectura digital ideal. Está próximo. Los formatos están cambiando velozmente. De los primeros lectores de e-books como Rocket eBook y Softbook, hace diez años, se ha pasado al Sony Reader o al Kindle, de Amazon, que acaba de incorporar el audiolibro. Además, existen lectores digitales para ciegos a través de un conversor de voz. Y para este año se espera otro gran salto hacia el futuro con el Readius (de Polymer Vision), un híbrido de móvil y lector e-book con una pantalla extensible y enrollable de papel electrónico, o con el prototipo de Asus Eee, o el de HP, o el que preparan Iriver y Philips.

Pero "¿por qué los libros son el último bastión de lo analógico?", preguntó en otoño pasado Jeff Bezos, fundador de la librería online Amazon.com, durante la presentación de Kindle. Y de inmediato se respondió: "Porque los libros son objetos muy sofisticados y sirven tan bien a su propósito que era difícil superarlos". Ése es el reto. Por eso los actuales lectores electrónicos y los prototipos por salir buscan emular al libro tradicional con efectos del papel y la tinta, y quizá añadirle audio e internet. Les quedan obstáculos como el hecho de que los modelos comercializados aún no son del todo abiertos; por ejemplo, el Kindle sólo admite los 90.000 títulos digitalizados de Amazon.

La evolución cibernética continúa. "Es la ruptura de los modelos de producción y negocio. Creo que el libro como lo conocemos será un lujo", vaticina Rosental Calmo. "A lo mejor esto de internet sólo es la punta del iceberg de la revolución digital".

La era de los lectores

Los que sí han cambiado de chip son los de marketing de las editoriales. Saben que la red es una gran plataforma de promoción y lanzamiento de libros y autores. De conquista de lectores. También saben que estar ahí ya no tiene mucho mérito, lo difícil es hacerse notar, saber dónde hay que estar, cuenta Ángeles Aguilera, de Santillana: "Dar facilidad para que te localicen, tener enlaces, y que te encuentren rápidamente en la red".

Del boca a boca se ha pasado al clic a clic.

Es la ruta donde se juega parte del futuro con singulares estrategias. Desde los tradicionales samplers, o fragmentos de capítulos, que han saltado a la red a manera de primicia con semanas de antelación a la llegada del libro a las librerías, hasta las webs donde los propios escritores hacen sus videonovelas o se presentan y comentan sus obras, como en www.conoceralautor.com. Todo ello apoyado por oficinas de prensa virtuales de las editoriales con toda la información de éstas, catálogos, múltiples enlaces, performances de autores, tráilers de novelas, acciones para sondear la opinión de los libros antes de sacarlos al mercado y los famosos blogs.

Casi todas las editoriales han reforzado sus páginas web y creado minisites específicas para libros como www.lasombradel viento.net, de Planeta; www.seelprimeroen

leerlo.com, de Random House Mondadori; o www.alfaguarainfantilyjuvenil.com/ crepúsculo, de Santillana, que da cuenta del fenómeno que ha representado Stephenie Meyer, con 1.700 vídeos en YouTube. Las comunidades de lectores, o grupos sociales, son fundamentales para Santos Palazzi, director general del área de Mass Market de Planeta: "Es donde los lectores opinan, promueven debates y relatan sus experiencias y proponen títulos o autores a publicar"; cita como ejemplos las de www.scyla.com y www.mascercadeti.com. "No sólo queremos dar información al lector sino recibir información de él", asegura Carmen Ospina, responsable de Nuevos Proyectos de Marketing en RHM.

Interactuar es la clave en internet. Un espacio que, en palabras del brasileño Rosental Calmo, "requiere poca inversión, mucha rentabilidad, pero gran dedicación". Algunos escritores lo saben y ellos mismos toman las riendas de su destino. Es el caso de la valenciana Laura Gallego, que tiene una dinámica página web personal con blog y foros donde mantiene un diálogo constante con los seguidores de su exitosa trilogía fantástica Memorias de Idhún.

Las estrategias online de las editoriales han encontrado un aliado en canales digitales como YouTube o MySpace, donde, por ejemplo, los tres grupos editoriales consultados cuelgan tráilers y verdaderos cortometrajes de sus títulos. También existen sellos creados exclusivamente para el ciberespacio. Uno de ellos es Manderley, de novela romántica, que además de su web tiene el foro www.pasionmanderley.com. Lo que se nota en internet, señala Ángeles Aguilera, "es el target o tipo de público: los mayores de 50 años lo usan para informarse, y los de 12 a 25, como medio de comunicación". Y todos tienen como uno de sus ciberlugares preferidos a las wikis, esas web informativas donde cualquier persona puede crear, añadir o editar información. Confirmación de que los hábitos de adquirir conocimiento han cambiado.

Otra tendencia es la de que las giras promocionales de los escritores empiezan a reemplazarse por videoconferencias o videopresentaciones. Otra muestra del impacto y poder de la red es que antes del 27 de febrero, cuando se falló el XI Premio de Novela Alfaguara, el nombre del ganador, el cubano Antonio Orlando Rodríguez, tenía muy pocas referencias en Google y Yahoo. Hoy, 17 días después, esas referencias se acercan a las 300.000. Una confirmación de que quien no está en el ciberespacio es como si no existiera.

Todos reconocen que deben tomarse en serio la filosofía de "el lector es primero". El mismo lector que a su vez ha convertido el ciberespacio en un festín del cuarto de hora warholiano, sin temor a la advertencia de Victor Hugo de que "la popularidad es la gloria en calderilla".

Pruebas de la naturaleza proteica de la red. Prueba de que éste es el siglo del creador novato y del lector. Él es quien manda más que nunca gracias al poder que le concede el ciberespacio, mientras todos lo cortejan. Son la quinta parte de la humanidad, 1.200 millones de personas conectadas a internet. Son los baquianos que van espantando los miedos del futuro cibernético y liderando la evolución de una raza que empieza a mudar de terrícola a cibernícola.

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