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LIBROS & TECNOLOGÍA

Desdichas del pequeño librero

Desdichas del pequeño librero

La apertura anual de nuevas librerías durante los seis últimos años no llega a compensar el cierre de establecimientos que se da en España año tras año. En la pasada edición de la Feria del Libro de Madrid se dio a conocer un dato escalofriante, «cada año se cierran 90 librerías y se abren 70».

¿Se agota el canal tradicional?. Lo más interesane es que los libreros parecen responsabilizar a las editoriales de una situación que también es dramática para estas.

Noticia que aparece en La Tribuna de Ciudad Real
En Ciudad Real sólo existen 11 empresas libreras, de las cuales sólo 5 son en sentido estricto • El resto vende libros de texto y papelería • La capital sigue la tendencia nacional de cierre • En octubre desaparece Manantial
CARMEN OBREGÓN
La apertura anual de nuevas librerías durante los seis últimos años no llega a compensar el cierre de establecimientos que se da en España año tras año. En la pasada edición de la Feria del Libro de Madrid se dio a conocer un dato escalofriante, «cada año se cierran 90 librerías y se abren 70».

Ciudad Real sigue esa penosa estela que se cierne sobre el sector librero. Si bien es cierto que la capital cuenta con un nuevo establecimiento especializado en Medicina, no es menos real la clausura de una de las librerías legendarias de la villa fundada por Alfonso X, Manantial.

Esta franquicia especializada en temas religiosos, con veintiocho años a sus espaldas, dice adiós a principios de otoño. «Los escasos márgenes, la competencia agresiva de las grandes superficies», y otra serie de razones, definitivamente van a liquidar un negocio que antaño debió ser próspero.

El somero retrato coincide con el último estudio elaborado a nivel nacional por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros. El informe es severo, contundente: «Castilla-La Mancha es la región de España que menos librerías tiene por número de habitantes».

LA IDIOSINCRASIA DE clm. Nazario García, represente del gremio librero en la región, no se ha sorprendido «en nada» de los resultados de la investigación. El manchego, natural de Talavera, va más allá, «vendemos migajas por muchas razones, especialmente por el trato de las editoriales, y en esta comunidad, por la gratuidad de los libros de texto».

García acude a los discursos de Barreda. Las disertaciones del presidente referidas al libro, «no acaban de convencer a los empresarios que se dedican desde hace años a la venta del ejemplares literarios», revela el empresario librero. «Está bien que haya animaciones a la lectura, está bien que todos los pueblos tengan biblioteca... Aunque no es suficiente. Cuando hay que dotar de libros a esas bibliotecas, nos gustaría que acudieran a nuestros negocios, y no a las editoriales o a las grandes cadenas libreras. Está claro que buscan descuentos, pero si quieren ayudar a nuestro gremio, deberían pensar algo más en nosotros», argumenta.

Los años de bonanza que supuso la gratuidad de los libros de texto también «llegan al final de un ciclo». Al menos eso se desprende de las entrevistas realizadas a diferentes gerentes y trabajadores de algunas librerías y papelerías de Ciudad Real.

Lo que en principio supuso un boom, se ha convertido en un experimento en el que hay demasiada gaseosa. «La gratuidad tiene sus contrapartidas. La Junta nos paga los libros en función de los tickets que recojamos (sistema de compra del material escolar de CLM). Eso garantiza unas ventas, porque la gente todavía prefiere adquirir los libros de texto en las librerías pequeñas. Sin embargo, como estos textos tienen una vigencia de cuatro años, el año que viene se dará la circunstancia de que sólo tengamos que despachar los de un par de cursos», aclara Paco, gerente responsable de la Librería Ruiz Morote, sin olvidar que los textos pasaran de una generación a otra, ya que es obligatorio entregarlos a los centros, y prohibido escribir sobre ellos.

Yno todos los libreros están de acuerdo con esta «gratuidad universal». La gran mayoría de ellos piensa que, «la Junta de Comunidades debería canalizar el desembolso tan grande que hace. Es decir, ofrecer esa gratuidad a quienes no pueden pagarlos, pero sí cobrar a quienes tienen determinado poder adquisitivo», subraya el gerente de Ruiz Morote.

Porque el sentimiento colectivo no es tan exacto como aparenta. «Los padres que quieren que sus hijos tengan libros, los subrayen, trabajen sobre ellos, y después puedan guardarlos, e incluso repasarlos en verano, finalmente los compran... Esos textos también los llevan al colegio, luego los ven el resto de sus compañeros», explica.

Aunque no todos los empresarios comparten el mismo punto de vista. Si muchos afirman con rotundidad el descenso de las ventas, cifrado en un 25%, otros distinguen los beneficios del sistema educativo que rige desde hace años en Castilla-La Mancha.

Es el caso de Antonio Martín, presidente de la Asociación de Libreros de la provincia de Ciudad Real. Martín sostiene «la venta de libros, aunque no en la misma proporción». «Pero antes tampoco había gente que comprara tantos libros. Los textos pasaban de hermanos a hermanos, de primos a primos, y muy poco gente se gastaba dinero», señala

A Martín le impresionan los resultados globales del informe del Cegal. Desde hace años regenta una empresa papelería-librería en la que también se venden textos escolares. Optimista, reconoce «un tiempo de plena expansión», pero no entiende «por qué cuando está prohibido fotocopiar los libros, hay quienes siguen haciéndolo», perjudicando así al sector.

En Ciudad Real existen diez puntos de venta de libros. En sentido estricto, sólo cinco se dedican exclusivamente a la venta de éstos. Eso explica que los problemas del sector sean algunos de ellos globales, y otros tan contrapuestos sin embargo.

el desequilibrio editorial. En cualquier caso, «la diversificación del negocio ha salvado en muchos casos a estos comercios», ya que las rebajas del precio de los volúmenes literarios per se se encuentra entre las agresivas estrategias comerciales de las grandes superficies, «que sí pueden hacer descuentos que rebasan el 25 por ciento, algo impensable entre las pequeñas y medianas librerías», enfatiza el responsable de Ruiz Morote.

De este modo, la Ley del Libro no se respeta -en ella se indica la prohibición de descuentos superiores al 5% del precio total del volumen-, «y por tanto, de ningun modo el margen de beneficios puede ser grande para el pequeño y mediano librero».

Ana María, de Manantial, va directamente al grano. «Las empresas libreras dedican más del 60 por ciento al gasto del personal, el resto a la compra de material. Tampoco podemos comprar demasiados libros para no tener que devolverlos. Cuando necesitamos más, tenemos que esperar a que las grandes superficies devuelvan existencias... Así no se puede trabajar».

Y mientras tanto, Internet incomoda a las empresas especializadas. «Los libros de papel son caros. Ahora, con una clave -e-book- tienes acceso a las editoriales que son quienes te los facilitan», abunda Fernando responsable de Cilsa.

Las editoriales están en las quinielas de las desdichas de libreros. «Se ha puesto de moda la venta directa a los profesionales. Como no tienen tiempo, se les visita y se les vende en su lugar de trabajo. Y esto lo hacen las editoriales, de quienes somos sus principales clientes ¿Cómo competir en ese mercado?».

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