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LIBROS & TECNOLOGÍA

Isabel Aguilera: "Google acabará con las bibliotecas"

Isabel Aguilera: "Google acabará con las bibliotecas"

"Desaparecerán las bibliotecas”. Estas declaraciones de Isabel Aguilera, directora de Google España, son absolutamente demoledoras.
La cuestión es si es una visión más o menos realista. O tal vez si lo que realmente quiere decir es:: "google ya se está convirtiendo en la nueva biblioteca mundial". Las pruebas son más que evidentes.


La guerra larvada entre las instituciones en las que se organiza el mundo del libro y el buscador de la Red por excelencia se ha acentuado desde que este último anunciara la puesta en marcha de Google Booksearch, un servicio en el que, entre otros puntos de conflicto con los editores, se promete poner en línea numerosos fondos de bibliotecas.

En todo caso, el enfrentamiento revela la diferencia de perspectiva entre dos sectores, el del papel y el de la Red, que apuestan por opciones diferentes de negocio, lo que les hace encarar el futuro con estrategias muy distintas, entre las que no parece haber puntos de conexión. De hecho, ambos se miran con resquemor y un punto de desdén. Unas declaraciones como las de la directora de Google España son recibidas en el sector del libro con una sonrisa de menosprecio, donde nadie espera a medio plazo que las bibliotecas pierdan influencia. Más al contrario, si hay alguna apuesta ineludible para los editores es la necesidad de aumentar tanto el número de bibliotecas como sus fondos.

Para María Jaúdenes, subdirectora general de Bibliotecas de la Comunidad de Madrid, “debe tenerse en cuenta que, en el caso de las bibliotecas públicas, no sólo se ofrecen servicios de lectura, sino que también se garantiza el acceso a la información a los ciudadanos. En ese sentido, esa función social de las bibliotecas públicas –en Madrid, por ejemplo, son un motor de integración- se verá reforzada en los próximos años y cada vez va a tener mayor protagonismo como servicio para la comunidad, por lo que me parece muy difícil que desaparezcan a medio plazo”.

El librero y blogger de referencia en el sector editorial Roger Michelena, tampoco vaticina su ocaso. “Cada vez hay mas y mejores bibliotecas creándose en todos los países (lo más reciente, en México). Lo que sí harán será mutar sus contenidos”.

Según Bernardo Hernández, director de marketing de Google España, las palabras de Aguilera fueron malentendidas. “Nuestro servicio de Google Booksearch pretende potenciar la lectura, especialmente a través de las bibliotecas. Estimamos que un 85% de los libros están descatalogados, es decir, las editoriales ya no publican ediciones de esos libros, que ya sólo pueden encontrarse en bibliotecas. A través de Google Booksearch queremos dar visibilidad a todas estas obras, ahora escondidas en las estanterías. Las bibliotecas podrán dar mucha más visibilidad a sus libros a través de programas de digitalización”.

Desde esa perspectiva, hay coincidencia. Ambos sectores perciben ventajas en la digitalización. Para Bernardo Hernández, las principales son “la ubicuidad, ya que permite el acceso a la información desde cualquier sitio conectado a Internet; el almacenamiento, porque así se pueden almacenar grandes cantidades de información a bajo precio; actualización a tiempo real, pues se puede cambiar cuanto se quiera cuando se quiera; y multisoporte, ya que permite que se muestre la información en cualquier soporte digital. Para el mundo del libro es una revolución tan importante como pudo haber sido la imprenta”.

Pero no todos son tan entusiastas como el director de marketing de Google. Para María Jaúdenes, “las bibliotecas no pueden dar la espalda a su tiempo, porque eso sí que sería su final. En ese sentido, hay una tarea de digitalización emprendida que continuará en los próximos años. Y, en cuanto a los fondos, si hay producción editorial en soporte digital, estará en las bibliotecas.

¿Es creíble la información de Internet?

En todo caso, este asunto retrata en buena medida las diferencias de posicionamiento respecto a las posibilidades de lo digital, que configuran una tensión nada disimulada. En cierta medida, porque el sector del libro percibe a las empresas de Internet como intrusos en un campo que les era exclusivo. Pero ¿ha llevado eso a una oposición recrudecida? “No lo creo”, responde María Jaúdenes “Sólo habrá enfrentamiento si colisionan derechos de propiedad intelectual. En otro caso, hay espacio para todos”

En esto coincide Bernardo Hernández, aun cuando su visión provenga de un lugar opuesto. “Es más ruido que nueces, no creo que haya tal oposición. Google ya tiene más de 12.000 editoriales que utilizan Internet para distribuir sus libros. Ellos venden más y la cultura se promociona en general. No hay oposición. Lo que hay es la resistencia normal a la adopción de las nuevas tecnologías. Estamos convencidos de que, en cuanto se conozcan los detalles específicos del programa, muchos más editores querrán participar. Bien gestionado, es un canal de distribución muy efectivo para ellos. El problema están siendo los malentendidos que unos pocos están creando”.

Para Roger Michelena, “esta paranoia de la sociedad editorial (editores, libreros, distribuidores y algunos autores), síndrome de la ansiedad informática , quizás se deba a puntos muy específicos en los que el libro no puede competir para ofrecer información, omnipresencia, ubicuidad, velocidad, inmaterialidad, intemporalidad e innovación. Otra y no menos importante, por lo menos en nuestros países (al otro lado del charco ) es el miedo al cambio: aún contamos con librerías sin computadoras, libreros sin correo electrónico, editoriales que usan fax, eslabones de la cadena en donde la tecnología no entra. Aunque el punto más crucial podría leerse en la verosimilitud de la información: podemos confiar en la Enciclopedia Espasa, sabemos quiénes son los académicos que la sustentan, mientras en Internet (caso wikipedia) no todo lo que leemos tiene un sustento claro y ubicable”.

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